El queso fresco no tarda en madurar, es un queso blando, con un alto porcentaje de agua. Debido a estas características se contamina y deteriora más fácilmente. El queso curado es todo lo contrario.
Para que un queso sea considerado 'queso curado', debe tener una maduración de al menos 4 a 7 meses. Este tipo de queso contiene muy poca agua y por lo tanto es muy graso y tiene un sabor fuerte, muy potenciado por esta maduración. Aparte de este tipo de queso, también existen los llamados 'quesos viejos' que se elaboran con un periodo de curación superior a los siete meses.